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En qué se diferencia la intolerancia a la lactosa de la del gluten

Tanto la intolerancia a la lactosa como al gluten presentan síntomas muy similares, como pueden ser hinchazón, gases, dolor abdominal, diarrea o náuseas. No por ello quiere decir, ni mucho menos, que sean iguales y, […]

Tanto la intolerancia a la lactosa como al gluten presentan síntomas muy similares, como pueden ser hinchazón, gases, dolor abdominal, diarrea o náuseas. No por ello quiere decir, ni mucho menos, que sean iguales y, cada una, cuenta con un tratamiento distinto. Lo más importante, como siempre, es contar con el diagnóstico adecuado para saber cómo proceder y esto pasa por acudir al médico y llevar a cabo las pruebas oportunas. Se calcula que hasta el 65% de la población mundial tiene intolerancia a la lactosa, aunque muchos de ellos ni siquiera lo saben y, por lo tanto, no toman ningún tipo de medida, como puede ser cuidar su alimentación y emplear pastillas para la intolerancia a la lactosa. Tan sólo en España se calcula que esta intolerancia la sufren hasta el 30% de la población, de acuerdo a los datos con los que cuentan desde la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) Por su parte, la celiaquía se está diagnosticando a uno de cada 200 niños en España y estos deberán seguir una dieta concreta el resto de su vida y también pueden contar con un tratamiento ante la intolerancia al gluten. Pero, entonces, ¿cuáles son las diferencias entre una y otra?

Aunque se ha comentado que los síntomas que acarrean ambas intolerancias pueden ser similares, el origen de las mismas es bien distinto. Cuando se tiene intolerancia a la lactosa esto se traduce en que el organismo no es capaz de digerir a la misma, así como tampoco el azúcar de los productos lácteos y el cuerpo reacciona a ello. Si se tiene, por el contrario, intolerancia al gluten, el organismo lo que hace es reaccionar a éste, que no deja de ser un conjunto de proteínas que suelen estar contenidas en los cereales, especialmente, en el trigo. En ambos casos, eso sí, como ya se mencionó acarrea efectos secundarios muy molestos que hacen que la calidad de vida se vea menguada y es aquí donde los tratamientos expuestos pueden ayudar.

Antes de nada lo que sí que es importante es saber si se tienen o no sensibilidades alimentarias. Aquí no resulta para nada útil el autodiagnostico, aunque pueda ser un punto de partida para acudir al médico y preguntar. Sólo los especialistas pueden determinar si es o no necesaria una dieta específica y lo mejor es ponerse en sus manos cuanto antes. En el caso en el que un alimento siempre de problemas e, incluso, con su supresión de la dieta se siga en las mismas, habrá que volver a la consulta y seguir investigando qué más puede estar afectando.

Algo que suele resultar muy útil, y que los mismos médicos aconsejan, es llevar una lista de todo lo que se come durante cierto tiempo. De esta manera, se puede evaluar qué días se tienen más molestias y proceder a unir si esto se debe a ciertos alimentos que se repiten o no.

En el momento en el que se tiene diagnostico, tanto de intolerancia a la lactosa o de intolerancia al gluten y se elimina una u otra sustancia de la alimentación se puede ver, sin que pase mucho tiempo, cómo el mismo organismo mejora y cómo los síntomas desaparecen. De no ser así, el diagnostico es erróneo o no está completo.

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