MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
La doctora Magda Carlas, licenciada en Medicina y Cirugía, postgrado de Dietética y Nutrición, y máster en Ciencias de los Alimentos, destaca la importancia de la hidratación durante esta pandemia de COVID-19, al mismo tiempo que avisa de que «no todas las aguas embotelladas que están a nuestra disposición son iguales», con motivo de la publicación de su nuevo libro ‘Más claro que el agua. Todo lo que deberías saber del agua mineral natural y nunca te han contado’ (Editorial Amat).
En una entrevista con Europa Press, la también miembro del departamento de Nutrición de la Clínica Eugin de Barcelona insiste en la idea de que es importante mantener una buena hidratación en pandemia puesto que el agua «es el 60% de nuestro cuerpo», aparte de que, sin ser conscientes, es el «alimento que más ingerimos a lo largo del día».
Además, llama la atención sobre el hecho de que, sin comida sólida o alimentos, el cuerpo puede estar semanas, pero no así sin agua, de la que no podemos prescindir ni dos días: «El agua es parte fundamental de nuestro cuerpo, pero también lo es para el funcionamiento general de nuestro organismo».
Igualmente, Carlas mantiene que en pandemia la hidratación es importante para mantener en buen estado las mucosas de nuestra nariz y boca, y éstas «tengan en forma» sus sistemas de defensa, frente a la posible entrada de virus o bacterias.
En ‘Más claro que el agua’ menciona también que el agua participa en la mayor parte de las reacciones que se producen en las células, al tiempo que es un medio de transporte de muchas sustancias y es por ejemplo imprescindible para el transporte de algunos nutrientes al interior de la célula.
«Es un excelente termorregulador para el organismo, a la vez que es un elemento clave para eliminar sustancias derivadas del metabolismo interno del cuerpo. Es fundamental también para lubrificar articulaciones y otros tejidos, a la vez que es un componente esencial de muchos líquidos del organismo», describe la autora.
NO TODAS LAS AGUAS MINERALES NATURALES SON IGUALES
La experta en Nutrición hace hincapié igualmente en los diferentes tipos de agua que existen. Por un lado, el agua del grifo, y por otro el agua envasada. Dentro de esta última distingue: el agua mineral natural o AMN, el agua de manantial (aguas de origen subterráneo que poseen unas características de pureza que permiten su consumo, y se rigen por los mismos criterios de potabilidad del agua del grifo), y el agua potable preparada, un agua de origen diverso que se ha sometido a diferentes tratamientos para hacerla potable.
«La idea más importante es que vale la pena saber qué agua estamos tomando, porque es el alimento que consumimos de forma más abundante a lo largo del día. Por eso también valdría la pena ver de dónde procede. Es necesario dar un toque de atención en este aspecto a la población, porque no solemos prestar atención al agua que bebemos, cuando hemos visto que es súper importante», subraya.
En el caso del agua mineral natural (AMN) menciona que es un tipo de agua, de la que también hay varios tipos, y son aguas subterráneas, naturalmente sanas, y caracterizadas por una composición en minerales «constante y única», que siempre se ve en la etiqueta de la botella. «Se diferencia de las demás aguas por sus minerales y oligoelementos, que tienen determinados efectos beneficiosos para la salud, y porque tienen una pureza original, ya que proceden de un acuífero preservador por un perímetro de protección. Es el tipo de agua envasada que más se consume», aclara.
Preguntada sobre qué es mejor, si beber AMN embotellada, o agua del grifo, la doctora Carlas advierte de que todo depende de lo que más valoremos, partiendo de la idea de que ambas nos hidratan. «Tenemos que ver si queremos consumir un agua de la que sabemos su composición, origen natural» o bien «preferimos el agua del grifo, que es potable, apta para el consumo humano, pero de la que desconocemos su origen». «El agua del grifo es un agua manipulada y no sabemos su composición, mientras que la del agua mineral sí la sabemos», recalca.
MITOS A DESTERRAR SOBRE EL AGUA
Con ello, la licenciada en Medicina y Cirugía, postgrado de Dietética y Nutrición y máster en Ciencias de los Alimentos enumera los que, en su opinión, representan los 5 principales mitos que se deben desterrar sobre el consumo de agua:
1.- El agua nunca engorda, se tome cuando se tome, ni dentro de las comidas, ni fuera de ellas.
2.- Una persona sana puede tomar cualquier tipo de agua mineral natural.
3- No hay ninguna agua mineral natural mejor que otra para adelgazar
4.- Se diga lo que se diga, el AMN tiene cero calorías siempre
5- El agua de muy débil mineralización es un tipo de AMN, pero no es mejor que el resto de aguas.
Según insiste, al consumir AMN «sabes lo que estás tomando», un agua que, aunque esté embotellada, tiene origen natural, no está manipulada, sale de la tierra, es potable, y de la que conocemos su composición porque está en la etiqueta. Además, al beberla hacemos una mayor contribución de minerales «que nuestro organismo necesita para su funcionamiento», avisa la experta.
En cuanto a las características que debe cumplir un AMN para saber que es la más indicada para el consumo de cada persona, Carlas detalla que en primer lugar es imprescindible asegurarse de que lo es: «Ni agua preparada, ni de manantial, aunque sea embotellada, porque no todo lo embotellado es AMN. En la etiqueta pone el origen y los minerales, cuanto más calcio y magnesio, en general, mejor, especialmente en edad de crecimiento, o si estás embarazada o durante la menopausia, por ejemplo».
EL PROBLEMA DEL AMN Y LOS HIPERTENSOS
Aquí la doctora llama la atención sobre el hecho de que el 70% de las aguas minerales que hay en España «son aptas para hipertensos», de forma que «solo un 30%» pueden tener más sodio del que interesa. «Pero si eres una persona sana puedes tomar cualquier tipo de AMN», apunta.
Por otro lado, esta experta de nutrición resalta que hay que tomar de media, a partir de 1,5 litros al día de agua si eres una mujer adulta, y dos litros los hombres; si bien precisa que todo dependerá de la constitución y actividad física que desempeñe la persona.
Asimismo, alerta de que beber muchísima agua, es decir, hacerlo en exceso, puede ser igual de contraproducente para la salud que el no hacerlo lo suficiente, ya que se puede favorece un desequilibrio hídrico del cuerpo. «En nutrición ningún exceso es bueno», apostilla.